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sábado, 19 de diciembre de 2015

¿QUÉ ME HA PARECIDO LA ASIGNATURA?

Al principio del segundo curso de magisterio en la asignatura de "Organización del espacio escolar, materiales y habilidades docentes" puedo decir que iba un poco perdida, no sabía de qué iba en realidad esta asignatura. Pero ahora que me toca reflexionar sobre la asignatura y hacer esta actividad veo todo lo que he podido aprender, más allá de nivel intelectual. He aprendido:

- Crear y a manejar un blog. En un futuro puede ser un recurso buenísimo para mantener al día a las familias de mis alumnos y alumnas de las actividades que realicen en el aula.
- Trabajar por proyectos. Creo que es la mejor manera de trabajar en el aula y más si el tema a trabajar es elegido por el alumnado, como pasaba con los temas de nuestros trabajos, los elegíamos nosotros.
- Técnicas para conocer a las personas. Simplemente llevar una foto, un muñeco, unas zapatillas, unas piedras... objetos que creamos que nos definan, objetos especiales para nosotros y compartirlos con el resto de personas.
- La lectura. Me considero una persona que le gusta leer, pero en el colegio siempre me pedían actividades absurdas sobre los libros que me leía. Por primera vez un profesor me ha preguntado: ¿qué te ha parecido el libro? ¿te ha gustado?. Esto es otra de las cosas que he aprendido en esta asignatura, cuando le haces leer un libro a un niño/a es más lógico que le preguntes a él directamente qué le ha parecido un libro para que se pueda expresar y que no solo se queden sus palabras plasmadas en un papel que seguro pasará por alto.

Seguro que hay muchas más cosas que me paso por alto pero que se quedarán siempre en mi vena de profesora. Espero seguir aprendiendo más cosas y seguir disfrutando durante el segundo cuatrimestre.

viernes, 11 de diciembre de 2015

A MIS ESTUDIANTES DE MAGISTERIO

1. SI NO PUEDES HACER LO QUE AMAS, SÍ PUEDES AMAR LO QUE HACES. Hay que poner el corazón. no siempre se hace lo que se desea hacer, pero siempre se puede afrontar el trabajo con entusiasmo. Pon alma en la tarea. vívela apasionadamente. Serás más feliz y tus alumnos y alumnas lo agradecerán. Los maestros y maestras aumentan su autoridad a través del amor a lo que enseñan y del amor a quienes enseñan.
2. TODO HABLA EN LA ESCUELA. Presta oído. Escucha. Mantén los ojos abiertos. Ten abierta la mente para poder comprender lo que dicen las cosas y lo que sienten las personas. Aprende de forma constante. Tienes que ser aprendiz crónico. Ser profesor/a es desarrollar el oficio de aprender.
3. NO OLVIDES QUE FORMAS PARTE DE UNA COMUNIDAD EDUCATIVA. En esa comunidad están las familias. Sin ellas es imposible hacerlo bien. Lo importante es el proyecto de la escuela. El trabajo que se hace en una institución no es el sumatorio de clases particulares que se imparten en las aulas. No hay niño/a que se resista a diez profesores/as que estén de acuerdo.
4. ENSEÑA A CONVIVIR. No te limites a transmitir conocimientos. Procura enseñar valores. Porque no hay conocimiento útil si no nos hace mejores personas. Fueron médicos bien preparados, ingenieros muy bien formados y enfermeras muy capacitadas en su oficio, los profesionales que diseñaron las cámaras de gas en la Segunda Guerra Mundial.
5. SÉ UN EJEMPLO CONSTANTE. Porque el ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros alumnos/as con tanta fuerza que les impide oír lo que decimos. Enseñamos como somos, no como decimos que tienen que ser. No hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo.
6. LEE INCESANTEMENTE. Con ganas, con avidez. Piensa que la lectura es un placer, no un castigo. Piensa que el conocimiento avanza sin cesar y que es necesario estar al día. No se hace una persona competente de una vez para siempre. Las personas inteligentes aprenden siempre. Este es un buen lema: Todavía estoy aprendiendo.
7. ESCRIBE Y PUBLICA. Cuando escribes, el pensamiento errático y caótico que tienes sobre la práctica tiene que ser ordenado y estructurado. Si, además, publicas, otros profesionales podrán beneficiarse de tus iniciativas. Es muy importante compartir.
8. ARRÍMATE A QUIENES SE ESFUERZAN Y DESEAN MEJORAR. No te agrupes con los mercenarios, con quienes no se esfuerzan, con quienes siguen la ley del mínimo esfuerzo. No formes grupo con quienes solo critican, con quienes siempre están descontentos.
9. APRENDE DE LOS ERRORES. Vas a cometer errores, vas a tener equivocaciones, pero existe un arte en la vida que consiste en manejar adecuadamente dos signos menos para formar un signo más.
10. QUE LA EXPERIENCIA TE HAGA MEJOR. Ojalá que, a medida que vayas cumpliendo años en la enseñanza, vayas haciéndote más humilde, más sabio, más optimista y más feliz. La experiencia te va a dar años, pero no te va a dar, automáticamente, sabiduría.
11. INNOVA CON CRITERIO. No te entregues a la rutina, que es el cáncer de las instituciones y de las personas que trabajan en ellas. Si te haces funcionario, piensa que ese es el comienzo, no el final del esfuerzo.
12. NO TE DESALIENTES ANTE LOS FRACASOS. Habrá fallos, pero puedes aprender de ellos, puedes fortalecer al superar el desaliento que provocan. Así puedes evitar otros fallos que estarán al acecho.
13. HAZ AUTOCRÍTICA. De lo contrario estarás condenado a mantener tu rutina, a repetir tus fallos. Tienes que estar abierto a la crítica, humildemente. La que te puedan hacer los colegas, los alumnos y alumnas, las familias.
14. PRESTA UN ESPECIAL CUIDADO A LOS MÁS NECESITADOS/AS. Son quienes más precisan de tu ayuda, de tu afecto, de tu trabajo. Echa una mano a quienes van retrasados, comprende a quienes sufren alguna discapacidad. Ofrece un suplemento de afecto a quienes no se sienten queridos. Y si, como es probable, llegas a una escuela rural, intégrate en la comunidad.
15. SÉ POSITIVO Y OPTIMISTA. Esta tares es intrínsecamente optimista. Sin optimismo puedes ser buen domador, pero no buen educador.
16. NO OLVIDES ESTA CONSIGNA: QUE TU ESCUELA SEA MEJOR PORQUE TÚ ESTÁS TRABAJANDO EN ELLA. Ojalá que se note positivamente que estás ahí, con ilusión, con trabajo, con ideas. Ojalá que las familias y los alumnos se froten las manos de alegría cuando se enteren de que eres tú quien le vas a dar clase.

Solo añado ahora algo que me preocupa mucho: el derrotero que seguirán quienes llegan por primera vez a la escuela con enorme ilusión, con total entrega. ¿Qué será de ellos? ¿Les arrastrará la vida a la desilusión, a la tristeza y al pesimismo? ¿O serán capaces de insuflar en sus comunidades un nuevo soplo de ilusión, de creatividad y de amor? hago votos por lo segundo.

PORQUE LA VIDA ES UNA OBRA DE TEATRO QUE NO ADMITE ENSAYOS.


Miguel Ángel Santos Gerra
4 Agosto, 2012

sábado, 5 de diciembre de 2015

LA ETAPA DE LOS PORQUÉ

Los niños y niñas son exploradores insaciables. Al principio, cuando apenas manejan el lenguaje, esa exploración se centra en la manipulación de objetos y en la investigación del entorno. Y, después, aparece el lenguaje, y con él vienen las preguntas, que les sirven para seguir conociendo el mundo.
Se dirigen a los adultos porque los niños y niñas no son capaces de asimilar la realidad, necesitan unos guías. Y de la calidad y disponibilidad de esos guías dependerá en gran medida el modo en que el niño/a se relacione con el mundo durante toda su vida.
Lo que pasa es que a esta edad la avalancha de preguntas es tal que puede poner a prueba nuestra paciencia. Por eso, siempre es bueno recordar que se trata de una fase normal y tener presente nuestra responsabilidad como padres y madres.
Las preguntas de los niños pueden ser absurdas, innumerables, agobiantes... pero eso no nos autoriza a menospreciarlas, ignorarlas o ridiculizarlas. Se ha demostrado que los adultos más espontáneos y creativos son aquellos cuyas familias, de pequeños, fomentaban una expresión abierta y sin trabas y aceptaba las manifestaciones de los niños.
Como el lenguaje es para ellos una adquisición reciente, quieren ejercitar su habilidad para preguntar y responder, con la entonación y la forma gramatical correspondiente. Esto por sí mismo les divierte, y por eso a veces ni siquiera esperan ni parecen atender a la respuesta y se limitan a encadenar preguntas.
Tampoco debe extrañarnos que haga la misma pregunta varias veces. A los niños les gusta la repetición, que sus certezas se confirmen una y otra vez. También les gusta lo predecible, reafirmar que a tal pregunta le corresponde siempre tal respuesta. No hay que extrañarse ni enfadarse.
A veces las preguntas también son un recurso para buscar nuestra atención. Los niños disfrutan del placer de que les dediquemos tiempo y hablemos con ellos. Entonces, el interés está más en el hecho de hacernos hablar que en el contenido de nuestras respuestas. Por eso se dan «diálogos para besugos» del tipo: «¿Por qué ladra el perrito?», «Porque está feliz», «¿Y por qué está feliz?».
En estos casos, en lugar de llamar al niño pesado o mandarle callar, podemos intentar convertir el interrogatorio en una conversación. Por ejemplo, contraataquemos con: «¿Tú te pones feliz cuando te sacan a pasear?», «¿Por qué te pones contento?», «¿Te acuerdas del perrito que vimos ayer?». Él en cuanto pueda volverá con sus preguntas, pero habremos pasado de un interrogatorio a un intercambio más equitativo.
Echarle ingenio no significa ridiculizar a nuestro hijo ni reírnos de él. Nos hace preguntas porque confía en nosotros. Nuestro sarcasmo, nuestras evasivas o nuestro silencio le defraudarán y le desanimarán a seguir preguntando. Y con ello lo único que lograremos es limitar su espontaneidad y su impulso de comunicarse. El hecho de que las preguntas sean ignoradas, ridiculizadas o castigadas, puede llevarle a la timidez. También puede causar problemas de adaptación o fracaso escolar.
No hay que obsesionarse con encontrar la respuesta precisa, ni tampoco complicadas explicaciones científicas. Respondamos con naturalidad y sentido común. El niño no siempre entenderá, pero eso no es tan grave. Lo importante es que sepa que las preguntas tienen respuesta, que él puede buscarla y que nosotros le apoyamos.
Siempre que podamos, aprovecharemos sus preguntas para introducir nuevas palabras y conceptos. Si el niño nos pregunta «por qué funcionan los coches», todavía no podremos introducirle en los secretos de la mecánica, pero es una buena ocasión para iniciarle en nociones como «rueda», «conductor», «velocidad» o «gasolina», con lo que se favorece su capacidad de observación y se enriquece su vocabulario.
Puede que, tras esforzarnos en encontrar una respuesta, el niño apenas la escuche y se distraiga o pase a otra pregunta. No nos enfademos ni nos desanimemos. No importa tanto el contenido como el mecanismo de la comunicación en sí.
Claro que no siempre podemos estar disponibles para las preguntas, y a veces tenemos derecho a estar agotados. Entonces es lícito decir: «Espera a que acabe con esto y después te contesto a todas las preguntas», y también: «Bueno, unas preguntas más y lo dejamos para mañana». 
Lo importante es dejar abierta la línea de comunicación y no transmitirle que sus preguntas nos desagradan.